El proyecto piloto busca contar con el “Desierto Florido” cada año, entre los meses de agosto y septiembre, mediante el riego de ciertas áreas. Esto ha provocado el rechazo entre la comunidad científica local y nacional.
Cada 5 o 7 años se produce el hermoso y espectacular fenómeno del desierto florido, donde una gran cantidad y diversidad de flores se hacen presente en medio de un paisaje seco. A la par, se desarrolla una variada gama de fauna, mamíferos, aves, reptiles e insectos. Este fenómeno suele comenzar a finales de julio y agosto, cuando algunos eventos de lluvias son inusuales y superan el rango normal de precipitaciones para esta zona.
En relación a esto, recientemente, el delegado presencial de la Región de Atacama, Patricio Urquieta, anunció un proyecto piloto que busca regar ciertas zonas para “aprovechar mejor el potencial de este tesoro natural de Atacama para impulsar el desarrollo de la ciencia y el turismo en nuestra región”. Sin embargo, esta noticia puso en alerta a las científicas y científicos, ya que el ejecutar una acción de esta magnitud puede producir un daño irreversible en la biodiversidad del sector.
La Doctora en Ecología y Biología Evolutiva y académica-investigadora del proyecto de investigación y ecología en zonas áridas, del Departamento de Biología de Facultad de Ciencias de la Universidad de La Serena, Alejandra Troncoso, señala que un acto así puede alterar por completo la ocurrencia de la afloración y podría acelerar el agotamiento del banco de semillas presentes en el suelo. “Si después de unos años, en esta área que pretende ser regada, los recursos hídricos son redirigidos a una población humana o simplemente la fuente que alimenta este proyecto se seca o escasea, en estas cuatro hectáreas primero se estarían agotando los bancos de semillas y segundo, es posible que, dado que los tiempos generacionales son tan rápidos, se perdería información genética de estas zonas en particular, produciendo una suerte de barrido genético, teniendo efectos sobre la morfología, tamaño de la flor, entre otros”, indica la académica.
En relación con el motivo principal de este proyecto, el turismo, la Dra. Troncoso menciona que “este tipo de proyectos han sido abordados desde el punto de vista de rescatar el turismo regional de Atacama, otorgándole demasiado peso al desierto florido. Atacama tiene parques nacionales, salares, volcanes. Hay tantas cosas que son permanentes y que no dependen de un año lluvioso”.
Además, Troncoso explica que, cuando hay eventos de Desierto Florido, existe una pérdida de la biomasa vegetal, producto de acciones externas, por ejemplo, ganado caprino, que consume todo tipo de flores y plantas en gran cantidad, turistas, quienes pueden transportar especies invasoras desde las suelas de sus zapatos hasta en los neumáticos de los vehículos. Incluso, existe la extracción ilegal de bulbos, cactus y otros ejemplares, que son comercializados. Todos estos factores suelen suceder cuando el evento sucede en su período normal, lo cual pone en duda los principales efectos y reacciones que podría provocar la ocurrencia de forma anual del desierto florido.
Por otra parte, dentro del mundo científico llama la atención la nula consulta y/o interacción por parte del Ministerio de Agricultura y/o de las autoridades asociadas a este proyecto con las científicas y científicos. “Existen un sinnúmero de ecólogos y ecólogas nacionales que tienen redes de colaboración internacional, que llevan años estudiando sobre ecosistemas del desierto, y sin embargo, no hemos sido ni invitadas a participar en reuniones ni a sociabilizar el proyecto, siendo que como organismo público, el Ministerio de Agricultura también pertenece a un aparato estatal al igual que la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile (ANID), agencia que cuenta con un repositorio con los datos de las publicaciones, áreas de investigación, proyectos que el mismo estado financia y que podrían enlazar y aterrizar el capital humano avanzado para poder validad y velar para que las cosas se hagan bien, sin embargo, eso no se ve aquí, y es un motivo de indignación también en el ámbito profesional […]. Hay que darle un uso al conocimiento que se produce, y la Universidad de La Serena ha generado conocimiento súper valioso con respecto a estos ecosistemas, en el que ha participado Julio Gutiérrez, Francisco A. Squeo, Gina Arancio, entre otros”, apunta Alejandra Troncoso.
El proyecto ha sido rechazado por científicas y científicos, operadores turísticos de la zona e incluso, por el mismo gobernador regional de Atacama. Se espera que este plan pueda ser revisado para evitar daños al ecosistema.
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